No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.
Ilustración de Lorca para el teatro
No te conoce el lomo de la piedra
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y monjes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.
Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
Federico García Lorca
No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de tu boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca
Miguel de Cervantes
El 19 de abril de 1616, un día después de recibir los Santos Sacramentos, Cervantes le dirige la siguiente carta al conde de Lemos:
Aquellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: Puesto ya el pie en el estribo, quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar, diciendo: Puesto ya el pie en el estribo / Con las ansias de la muerte, / Gran señor, ésta te escribo. Ayer me dieron la Extremaunción, y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto, llevo la ida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a vuesa Excelencia; que podría ser fuese tanto el contento de ver a vuesa Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos, por lo menos sepa vuesa Excelencia este mi deseo.
El gran Enrique Morente le puso ritmo a esta dedicatoria al Conde de Lemos con un resultado extraordinario. La carta hecha canción la incluye Morente en su película documental: Morente sueña La Alhambra, dirigida por José Sánchez Montes.
He aquí el trailer:
También hiciste poesía de la poesía con la Elegía a Ramón Sije de Miguel Hernández:
Picasso
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
María Zambrano
Pedro Garfias
Luis Cernuda
Gustavo Adolfo Bécquer
Manuel de Falla
Bernarda de Utrera
"No perdono a la muerte enamorada" (M. Hernández)
Poetas de la Generación del 27
Pero que bien acompañado te vas, Maestro. Ya te pueden amar los poetas.
Gasté los versos salvajes,
las imprecaciones a Dios
y a los demonios.
Jaroslaw Kukowski
Me cansé de llamar
al de la Guarda
y de gritarle a la cara
que no existe,
¡que no, que no!
Jaroslaw Kukowski
Ya no me enfado con Dios
ya no le odio,
ya sé que no existe
y tampoco le odio por ello.
Muñeca maldita,
solo tronco sin brazos
blanco sello de la muerte.
Jaroslaw Kukowski
Ya operé mis quemaduras
maldecir a Satanás
los sapos de Anita Ozores,
los cerrojos de las puertas
del Infierno ceden
qué le voy a hacer,
pero yo los condené,
condenados demonios.
Jaroslaw Kukowski
Volví a Dante
y a los círculos concéntricos
y resultó ser verdad
que el Infierno es repetición.
Jaroslaw Kukowski
Me sonaba Salinas a cuero crudo
y Juan Gelman a estrellas
de otro universo.
Me cansé de invocar llamas,
mi pobre libido se ahorcó
desesperada una noche.
Jaroslaw Kukowski
Y ahora que se me han gastado
los nombres
los rostros
y el cansancio
cansado de estar cansado...
apareces tú,
y no eres ente
de exitosa sesión espiritista
una escritora prodigiosa, ávida lectora de Clásicos y Contemporáneos, experta en Arte, Historia, Cine, Literatura, Música... A esta mujer la oyes hablar y es tal la energía que trasmite, la vida interior que manifiesta en sus vehementes palabras que parezca que el mismísimo Sol te regalara un brillo especial en tu alma cuando la escuchas y contemplas.
El sentido común me propone leer, aprender de ella... Agradecerles a los dioses que la enviaron hasta Madrid, donde ya tuve otro encuentro alado con Isabel Romana.
Comimos, bebimos, hablamos, hablamos, hablamos... de Charles Laughton, Pasolini, Polanski, Fritz Lang, Browning, Hitchcock (no me olvido de Los pájaros, que pasarán a ser tus pájaros, desde ahora siempre Los pájaros serán Natalia, ¿me permites parafrasearte? Yo compartía Vértigo con Ferran), Orson Welles ... tantos. Allí estuvieron los Clásicos antiguos y modernos: Suetonio, Horacio, Virgilio, Isabel Romana, Antonio Martín Ortiz, ¿cómo iban a faltar Quinto, Crisanto, Xarina, como hijos de su creadora?
Desde mi blog les brindo a los dioses un pequeño altar con incienso , pues éste me ha permitido subir hasta el Olimpo conociendo a los Gigantes, a todos vosotros, queridos amigos, ¿cómo puedo tener tanta suerte? ¿Cuáles son los Hados que así me guían y protegen? Gracias.
Kris Lewis
Me gustaría dedicarle esta entrada a modo de homenaje lleno de cariño y rendida admiración a esta increíble escritora, Natàlia Senmartí Tarragó,con algunos fragmentos de sus obras:
No es fácil volver de un viaje montada en la máquina del tiempo, dejando atrás aquellos perfumes a yodo y las estatuas, la sonrisa y la lágrima del joven. Abandonar el reflejo de un poder muy grande, bello y disciplinado. No es fácil pero es necesario, dejar que Eros actue como si de verdad existiera.
Aron Wiesenfeld
El mensajero llegó antes del atardecer, calado por el chubasco, a lomos de un caballo de la Legión. Traía una carta que entregó a Quinto sin mirarle a los ojos, únicamente pronunció dos o tres palabras a modo de saludo y, enseguida, tras echarse al coleto un sorbo de vino tibio, montó de nuevo. Xarina lo miraba con la mano crispada en el collar de caracolas, tomándole por una aparición nefasta que ansiaba subir la cuesta a toda prisa, arrancando matojos de pasto con los cascos del potro. Se desvaneció entre castaños y la bruma perezosa nacida de los helechos.
Al volverse vio que Quinto leía con avidez y su hermoso semblante, de súbito, dibujó una expresión de estupor, con la cabeza decía que no, con el puño golpeaba la mesa y la jarra estalló contra el suelo. Aquel vino tiñó la madera de un color sanguíneo. Releía y negaba, Xarina se acercó rodeándole la cintura con sus brazos.
Jillian Tamaki
“...ocurrió a finales del mes de Marte, ese tenía que ser. ¡Hijo mío! desvarío, no soy yo, nunca más seré el mismo. Les sorprendieron en una emboscada y los mataron a todos, hallaron sus cuerpos desnudos y desangrados...”
Bruno di Maio
A Quinto le sobrevenía una alucinación; en aquella pesadilla, meses atrás, se vio muerto y desangrado, fue tan real que entonces abrió los ojos de golpe. Ahora lo sabía, no era él, era su hermano Secundo. “Dicen que a veces soñamos la muerte, la nuestra o la de otros”
Yo Coquelin
Eso pensaba y las lágrimas mojaban su rostro sin que lo advirtiera, a duras penas podía seguir leyendo.
(De Bajos los auspicios del V)
Kris Lewis
No le costó levantarla y cargándola en sus brazos la llevó al porche, la brisa balanceaba ligeramente el ciprés joven y orgulloso.__ Sabes que el día que volví de la guerra estuve aquí, mirando a ese árbol. Ahora admito que, de alguna manera, te presentí ¿Tiene que ver con el poder de la diosa o de verdad eres una bruja?
Mary Jane Ansell
Reposaba la cabeza en el pecho de Quinto, soportando el insufrible temor a perderlo. Al notar su respiración, la fragancia y la tibieza de su piel, Xarina creyó morir o perder el sentido.__ Lo dejaste escrito y yo quise estar a tu lado cuando regresabas del horror deprimido y confuso__ él le besó la nuca, donde le nacía el cabello.__ A mi lado estarás, tocándome, no inventándome, tú decides.
Di Vogo
Juntos escribiremos el libro perfecto con final feliz, para eso somos soñadores de palabras, ese poder tenemos. El viaje hacia donde termina la tierra será pronto, la gata de nombre gata vendrá conmigo.La mirada azul de Quinto, nítida, desprovista de iras de preguntas y de resentimientos, saludaba a los ojos de Xarina; el mismo tono del néctar fabricado con romero y flores, derritiéndose.__Vayas donde vayas, llévame Quinto.__ ¿Y si es al fin del mundo? __ ella asentía.
Colette Calascione
Se tendieron en la cama. Primero Quinto ejerció una posesión apremiante, furiosa y casi violenta. Después en una pausa premeditada, se admiraron mutuamente: espléndido, jadeante, juvenil espectáculo.
Yo Coquelin
Luego vinieron las caricias más sutiles e intensas a modo de aceptación deleitosa.
Mary Jane Ansell
(De Bajo los auspicios del V)
Entonces la vio a ella, acariciaba una yegua con la punta de los dedos; el hocico, entre los ojos. Las bestias siempre la aceptaban como especial y amiga, poseía ese don y, tantos otros, para Crisanto era su alegría y su luz. - Padre…ven con nosotras a bañarte el agua está caliente- agitaba una mano parecida a un pajarillo de plumas finas.
Mark Ryden
Ya no le provocan rabia los dioses, ni aquella furia juvenil que le invadía antes o después de la batalla, dudando, insultándolos, para arrepentirse, lleno de temor visceral. Simplemente no existían y al menos en ese asunto, estaba tranquilo, no más incienso, flores, vino, aceite, ni sacrificios, bailes y oraciones destinadas al vacío. Cuando danzaba en la playa, al amanecer o bajo la luna, borracho o despejado, lo hacía para sí mismo y para Kritia.
Mark Ryden
El cabello se lo peinaron las unas a las otras formando trenzas; diez, doce o quince hasta la cintura, húmedas todavía. Después se quedaron sentadas de cara al mar con los pies lamiendo las olas que suspiraban.
Yo Coquelin
Crisanto las contemplaba sin acabar de creer que aquel espectáculo sencillo, gratuito y prodigioso fuera cierto. Lo aceptaba y lo perseguía, a poder ser, cada mediodía, convertido en un regalo que siempre es distinto. Esta belleza auténtica y pura podía llegar a dolerle en el corazón. Se tendió boca arriba con las manos en la nuca, respiraba profundamente y dejaba escapar el aire a través de la nariz, moviendo el pecho y el vientre.