miércoles, 8 de octubre de 2014

SALVAR A EXCÁLIBUR

Queridos amigos:


Va siendo hora de arrojarle un poco de valentía a la vida. Y yo lo hago de la mano de Excálibur, que ahora necesita que le ayudemos.

Javier Limón Romero, el marido de María Teresa Romero Ramos, la auxiliar contagiada de ébola pide ayuda para que su perro no sea sacrificado.

Y digo yo, ¿qué culpa tendrá el perro?


Excálibur




Javier Limón con Excálibur

Si queréis firmar una petición en contra de este injusto sacrificio, lo podéis hacer en el siguiente enlace:  SALVAR A EXCÁLIBUR.

 
Felipe Alonso


Terrible realidad, los peores vaticinios resuenan en nuestros cuerpos y en nuestras almas, la crueldad desatada contra el animal simboliza el terror de estos tiempos que corren. ¡Sálvese quien pueda! Lo malo es que algunos no pueden, de momento nos queda la palabra.  De momento...


Christoph Schmidberger


Sirvan estos versos de José Martí para encauzar nuestro dolor y dicen así:

Hay una raza vil de hombres tenaces
de sí propios inflados, y hechos todos,
todos, del pelo al pie, de garra y diente,
y hay otros, como flor, que al viento exhalan
en el amor del hombre su perfume.
Como en el bosque hay tórtolas y fieras
y plantas insectívoras y pura
sensitiva y clavel en los jardines.
De alma de hombres los unos se alimentan,
los otros su alma dan a que se nutran
y perfumen su diente los glotones,
tal como el hierro frío en las entrañas
de la virgen que mata se calienta.

A un banquete se sientan los tiranos,

pero cuando la mano ensangrentada
hunden en el manjar, del mártir muerto
surge una luz que les aterra, flores
grandes como una cruz súbito surgen
y huyen, rojo el hocico y pavoridos
a sus negras entrañas los tiranos.

Los que se aman a sí, los que la augusta

razón a su avaricia y gula ponen,
los que no ostentan en la frente honrada
ese cinto de luz que en el yugo funde
como el inmenso sol en ascuas quiebra
los astros que a su seno se abalanzan,
los que no llevan del decoro humano
ornado el sano pecho, los menores
y los segundones de la vida, sólo
a su goce ruin y medro atentos
y no al concierto universal.

Danzas, comidas, músicas, harenes,

jamás la aprobación de un hombre honrado.
Y si acaso sin sangre hacerse puede,
hágase... clávalos, clávalos
en el horcón más alto del camino
por la mitad de la villana frente.
A la grandiosa humanidad traidores.
Como implacable obrero
que a un féretro de bronce clavetea,
los que contigo,
se parten la nación a dentelladas.



Ana Bagayan


¡Jamás la aprobación de un  hombre honrado!



Lucien Freud


Aprovecho para enviaros un beso enorme. Hasta pronto.