viernes, 2 de julio de 2010

NATÀLIA SENMARTÍ TARRAGÓ: UNA JOYA DE ESCRITORA Y DE MUJER

EL MUNDO DE LOS BLOGS VUELVE A PROPORCIONARME UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS MARAVILLOSAS QUE PUEDA VIVIR.






He tenido la suerte de conocer a una de las autoras más grandes de la literatura contemporánea:










Hitchcock (no me olvido de Los pájaros, que pasarán a ser tus pájaros, desde ahora siempre Los pájaros serán Natalia, ¿me permites parafrasearte? Yo compartía Vértigo con Ferran), Orson Welles ... tantos.
Allí estuvieron los Clásicos antiguos y modernos: Suetonio, Horacio, Virgilio, Isabel Romana,
Antonio Martín Ortiz, ¿cómo iban a faltar Quinto, Crisanto, Xarina, como hijos de su creadora?

GRACIAS A DOS PERSONAS MARAVILLOSAS:

NATALÍ Y FERRAN POR UNA NOCHE MÁGICA







Kris Lewis






No es fácil volver de un viaje montada en la máquina del tiempo, dejando atrás aquellos perfumes a yodo y las estatuas, la sonrisa y la lágrima del joven. Abandonar el reflejo de un poder muy grande, bello y disciplinado. No es fácil pero es necesario, dejar que Eros actue como si de verdad existiera.




Aron Wiesenfeld



El mensajero llegó antes del atardecer, calado por el chubasco, a lomos de un caballo de la Legión. Traía una carta que entregó a Quinto sin mirarle a los ojos, únicamente pronunció dos o tres palabras a modo de saludo y, enseguida, tras echarse al coleto un sorbo de vino tibio, montó de nuevo. Xarina lo miraba con la mano crispada en el collar de caracolas, tomándole por una aparición nefasta que ansiaba subir la cuesta a toda prisa, arrancando matojos de pasto con los cascos del potro. Se desvaneció entre castaños y la bruma perezosa nacida de los helechos.
Al volverse vio que Quinto leía con avidez y su hermoso semblante, de súbito, dibujó una expresión de estupor, con la cabeza decía que no, con el puño golpeaba la mesa y la jarra estalló contra el suelo. Aquel vino tiñó la madera de un color sanguíneo. Releía y negaba, Xarina se acercó rodeándole la cintura con sus brazos.



Jillian Tamaki



“...ocurrió a finales del mes de Marte, ese tenía que ser. ¡Hijo mío! desvarío, no soy yo, nunca más seré el mismo. Les sorprendieron en una emboscada y los mataron a todos, hallaron sus cuerpos desnudos y desangrados...”




Bruno di Maio


A Quinto le sobrevenía una alucinación; en aquella pesadilla, meses atrás, se vio muerto y desangrado, fue tan real que entonces abrió los ojos de golpe. Ahora lo sabía, no era él, era su hermano Secundo. “Dicen que a veces soñamos la muerte, la nuestra o la de otros”



Yo Coquelin


Eso pensaba y las lágrimas mojaban su rostro sin que lo advirtiera, a duras penas podía seguir leyendo.

(De Bajos los auspicios del V)


Kris Lewis



No le costó levantarla y cargándola en sus brazos la llevó al porche, la brisa balanceaba ligeramente el ciprés joven y orgulloso. __ Sabes que el día que volví de la guerra estuve aquí, mirando a ese árbol. Ahora admito que, de alguna manera, te presentí ¿Tiene que ver con el poder de la diosa o de verdad eres una bruja?



Mary Jane Ansell



Reposaba la cabeza en el pecho de Quinto, soportando el insufrible temor a perderlo. Al notar su respiración, la fragancia y la tibieza de su piel, Xarina creyó morir o perder el sentido. __ Lo dejaste escrito y yo quise estar a tu lado cuando regresabas del horror deprimido y confuso__ él le besó la nuca, donde le nacía el cabello. __ A mi lado estarás, tocándome, no inventándome, tú decides.

Di Vogo


Juntos escribiremos el libro perfecto con final feliz, para eso somos soñadores de palabras, ese poder tenemos. El viaje hacia donde termina la tierra será pronto, la gata de nombre gata vendrá conmigo. La mirada azul de Quinto, nítida, desprovista de iras de preguntas y de resentimientos, saludaba a los ojos de Xarina; el mismo tono del néctar fabricado con romero y flores, derritiéndose. __Vayas donde vayas, llévame Quinto. __ ¿Y si es al fin del mundo? __ ella asentía.


Colette Calascione


Se tendieron en la cama. Primero Quinto ejerció una posesión apremiante, furiosa y casi violenta. Después en una pausa premeditada, se admiraron mutuamente: espléndido, jadeante, juvenil espectáculo.


Yo Coquelin


Luego vinieron las caricias más sutiles e intensas a modo de aceptación deleitosa.



Mary Jane Ansell

(De Bajo los auspicios del V)


Entonces la vio a ella, acariciaba una yegua con la punta de los dedos; el hocico, entre los ojos. Las bestias siempre la aceptaban como especial y amiga, poseía ese don y, tantos otros, para Crisanto era su alegría y su luz. - Padre…ven con nosotras a bañarte el agua está caliente- agitaba una mano parecida a un pajarillo de plumas finas.


Mark Ryden


Ya no le provocan rabia los dioses, ni aquella furia juvenil que le invadía antes o después de la batalla, dudando, insultándolos, para arrepentirse, lleno de temor visceral. Simplemente no existían y al menos en ese asunto, estaba tranquilo, no más incienso, flores, vino, aceite, ni sacrificios, bailes y oraciones destinadas al vacío. Cuando danzaba en la playa, al amanecer o bajo la luna, borracho o despejado, lo hacía para sí mismo y para Kritia.



Mark Ryden



El cabello se lo peinaron las unas a las otras formando trenzas; diez, doce o quince hasta la cintura, húmedas todavía. Después se quedaron sentadas de cara al mar con los pies lamiendo las olas que suspiraban.



Yo Coquelin


Crisanto las contemplaba sin acabar de creer que aquel espectáculo sencillo, gratuito y prodigioso fuera cierto. Lo aceptaba y lo perseguía, a poder ser, cada mediodía, convertido en un regalo que siempre es distinto. Esta belleza auténtica y pura podía llegar a dolerle en el corazón. Se tendió boca arriba con las manos en la nuca, respiraba profundamente y dejaba escapar el aire a través de la nariz, moviendo el pecho y el vientre.

(De La paz de Troya)


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