Este poema está dedicado a la hechicera CLST, con mi cariño
Hará un mes aproximadamente,
apareció tu cara de rufián pendenciero
en mi paraguas.
¡Qué estupidez!
Sí, como una de esas figuras modernas
que se imprimen en las camisetas, ¿sabes, no?
Vamos, la foto del hijo, del primo,
del nieto, de Brat Pitt…
¿Qué hace tu cara de soberbio soplagaitas
en la ladera de mi paraguas negro?
¡Qué original! ¿Quién es?
preguntaban mis compañeras
de aerobic de por las tardes.
El de “Perdidos” contestaba yo,
con los dientes apretados de rabia.
Vaya, conseguía aplacarlas con mi respuesta,
aunque me miraban torvas, incrédulas,
fastidiadas , ¿envidiosas?
Y tu puñetera cara,
ahí, dibujada.
Y yo farfullando sola por las calles,
tan empapada
que me daban ganas de recitar
la égloga de las grandes lluvias
de Juan del Encina, y
lo que me faltaba , tu cara
ahí encima, vigilándome.
Y me consolaba:
“Pronto desaparecerá”
¡Pero qué va!
Hasta para salir de mi paraguas
eres un mostrenco ladino.
¡Ente desgraciado!
¡Fantasma!
¡Cara de Bélmez!
¡Bélmez de la Moraleda!
¡Aparecido, triste!
¡Tozudo!
¡Bórrate!
La lluvia cayendo y tú ahí,
Obstinado, pegado.
Y tú:
“¡que nones!”
Abriendo la bocota de capitán
de barco vestido de domingo
en Panamá,
que bien sabe Jack Lemon que no tiene mar.,
y deleitándote en el agua de la lluvia,
bebiendo,
bebiendo,
¡Cómo te agrandas!:
¡gordo!
¡cara de gordo!
¡Asqueroso!
Y tienes encima la desfachatez
de hablar con la gente,
de aparecerte,
aparecido,
figurón,
cadenoso,
chirriante,
cara de Bélmez,
para pedirles por favor
que me salgan a buscar
cuando me olvido del paraguas
en los bares, en el trabajo
y en el centro cultural
donde voy a clase de aerobic.
¡Desgraciado!
Atente a las consecuencias,
adimensional criatura,
deja de hacerte el parapsicólogo,
deja de proyectarte sobre mi paraguas,
ésta es la última vez que te lo digo,
¡Desaparece ya
maldito seas
una vez más!
Si no desapareces
tendré que cumplir mis amenazas,
y te haré un conjuro
y te disolverás en témperas
de lágrimas y
quién sabe qué será de ti entonces,
o te adherirás a una amapola
que ve pasar algún entierro,
y ¿cuál sería tu esencia? ¡Oh!
Está bien,
entendámonos,
negociemos.
Haz el favor de no estar mañana cuando
coja el paraguas por la mañana,
¿es que hay algo pendiente
entre tú y yo?
Deja de encadenarme,
eres tú el fantasmón,
Canterville de las narices,
¡Fuera!
Mira
que no es un farol,
te haré un conjuro,
te lo juro;
sí, claro que seré capaz.
Ah, ¿sabes qué? tengo una amiga
¿te has enterado?
Una hechicera.
¿Y sabes que más, cataplasma?
Que estamos
bajo el influjo astral,
para que te enteres,
Que en este momento,
¿te enteras, triste?
Júpiter y Venus se están amando
en la
Casa de Piscis.
¡Ja! ¿Y ahora qué?
Se lo diré,
te lo juro,
se lo diré a CLST.
Deja de crecer y no invadas los paragüeros,
egocéntrico absurdo,
invasor de paragüeros,
Cara de Bélmez.
Desaparece
o….
…
otro paraguas,
y me acordaré de la chinita
que me vendió éste un día
en la Plaza Mayor,
y de que me costó 3 euros
y de la caja de caramelos de mora
que me compré después
y de tu cara al verme
y de tu abrigo de ese día
y de cómo te alegraste
al verme llegar con el paraguas
y de…
Ahora comprendes por qué te lo pido,
Sabes que me lo debes:
¡Desaparece!
¡Dilúyete!
Vete rodando,
Como si yo no hubiera comprado
el paraguas ese día
y como si tú no me hubieras esperado,
como si no me hubieras sonreído
y me hubieras sacudido
el agua del pelo,
asustado,
y hubieras temblado
y yo me hubiera estremecido
y yo hubiera leído
las líneas de tu mano…
convertido en esa lluvia,
que ahora
está cayendo.