lunes, 29 de junio de 2009

LAS ALMAS GALLEGAS

Rembrandt




LAS ALMAS GALLEGAS

En una habitación una mujer en la cama le habla a un hombre que se sienta en una silla a su lado a llamar por teléfono.

M.-Está en mi bolso.
H.-Sí, sí, ya lo veo.

(POR TELÉFONO) Hola, buenas noches. Sí, es para una urgencia, mi mujer tiene fiebre, está en la cama, sí, posiblemente procede de un resfriado .... nº 28/00364221.

Suena el timbre, el hombre hace pasar al médico con maletín a su habitación.

Doctor.-Vamos a ver, señora, saque la lengua, diga 33. (Le quita el termómetro). Pero bueno, señora, ¿qué ha hecho usted para tener tanta fiebre?

La señora (con voz apenas audible).-Pues no sé, usted perdone.

D.-Es que esto no es normal.
H.-Oiga, no la regañe usted a mi mujer, pobrecilla.
D.-Pues que no tenga tanta fiebre.
M.-Yo...
D.-Usted se calla.
H.-¡Pero, oiga!

El doctor le da a la mujer un sobre diluido en agua y escribe una receta.
D.-Tómese esto cada 3 horas, cómprelo cuando se le acabe esta caja.
(Le deja una caja en la mesilla).
Y a ver si mejora usted mujer, ¡qué horror¡, 30 años de servicio para
encontrar estas piltrafas.



Edgar Degas


M.-Yo...
D.-Usted se calla.
H.-Y usted se va de mi casa.
D.-¡Anda, encima! (Mirando a la mujer) Y cómo me haya contagiado usted señora mía, ya se me va preparando para una querella. (Mirando al hombre) y usted siga dándole alas y ya verá como acaba.
M.-Cariño, ¡socorro!.
H.-Váyase usted de aquí, yo si le voy a denunciar.
D.-No los tiene, no los tiene....

El doctor hace mutis por el foro.

H.-Si no lo veo no lo creo. Cariño, cuánto lo siento, ahora no es momento de hablar de juicios, pero ya lo haremos, ¿cómo estás?
M.-Mejorciña (con acento gallego).
H.-¿Cómo?
M.-Bien, riquiño, mejorciña.
H.-Pero, ¿por qué hablas en gallego?
M.-Pues, no sé, me sale así.
H.-A ver si estás delirando...
M.-¡Qué riquiño!



Edouard Vuillard





TRES MESES DESPUÉS

La misma pareja en la consulta de un psicólogo.

P.-¿Y por qué vienen ustedes a verme?
H.-Porque mi mujer no deja de hablar en gallego.
P.-Bueno, y si es gallega...
M.-No, si yo no soy gallega. (Siempre hablando en gallego).
P.-¿Y entonces?
H.-Todo empezó por curar un trancazo.
M.-Bueno, vino un doctor horrible a verme a casa, casi me maltrata, ¿sabe usted? Y entonces
H.-(Interrumpiéndola) Ah, ya, ustedes son de los que van de médico en médico provocando y echando la culpa a mis colegas, ¿eh?
M.-¡Pero no!, si es que cuando me tomé el sobre...
P.-¿Qué sobre ni qué sobre?, y ahora querrá una baja por depresión ¿no? Y después ¡hala! A criticar a la seguridad social.
H.-Pero bueno, oiga, se trata de hacer una terapia para que mi mujer deje de hablar en gallego.
P.-¿Y qué tiene usted en contra de los gallegos?
H.-Yo nada.
M.-¡Pobriño!
P.-(Se levanta y obliga al marido a salir) Déjeme hablar con su mujer a solas.

P.-(Dirigiéndose ya solos a la mujer)¿Usted quiere curarse?
M.-Pues claro.
P.-Está bien, está bien. Ahora, ponga la mano sobre la mesa.
La mujer extiende la mano sobre la mesa y el psicólogo le da con un palo que ha sacado de la cajonera.
P.-¡Hala! Y ahora a otro médico a criticarme.

LA MISMA PAREJA TIEMPO DESPUÉS CON UN GRUPO DE AMIGOS

Amigo.- (Dirigiéndose al hombre) ¿Y así está tu mujer todos los viernes? ¿Cantando canciones de Bob Dylan?
H.-¡Cómo te lo digo! Y después, ¡venga! A hablar en gallego.

La mujer termina de cantar Mr. Tambourine y entonces se dirige al amigo con acento gallego.

M.-¿Y tu mujer? ¿Cómo está? ¿Sigue escayoladiña?

Amigo.-¡Qué va!, después de ver al traumatólogo ha ingresado en el circo de trapecista.

La mujer sigue cantando: How many times.....


Firmado, Elena Pascual



Edgar Degas



domingo, 21 de junio de 2009

CUENTOS DE LOS SERES MUERTOS

Alyson Harris







CUENTOS DE LOS SERES MUERTOS


Del mismo día en que Darío quiso reencontrar a Fulvia arrancan todos aquellos recuerdos sobrenaturales.

Al verla, sin anunciarle su llegada, hizo cimbrear las hojas, llenándolas de presagios. Ella, aún estando muerta, sintió un leve escalofrío y un exquisito cosquilleo en la lengua.



Léon Bonnat


Darío avanzó por el cementerio. Encontró 140 cadáveres y cada uno de ellos moría de más muerte que toda la muerte de todos los muertos anteriores. Darío quiso encontrar la salida y pensó en llegar a Fulvia por otros medios, quizá inspirándose únicamente en las corrientes de corazón. Pero cada vez que intentaba llegar a la puerta, la tierra se removía y salía otro muerto cada vez muerto de más muerte.



Philip Ayers


Darío quería romper las manos de los muertos que le agarraban de los tobillos y corría encima de sus cabezas, mientras Fulvia le enviaba sus pensamientos, que escapaban hasta Darío reflejándose en su espejito de plata, templada atmósfera de recuerdos.

Y cada vez que él lograba reflejar su imagen en el espejo, se levantaba otro muerto y le golpeaba hasta el lado opuesto, donde la muerte es más muerte que todas las muertes anteriores.



Thomas Cole



Pero como Fulvia estaba más muerta que todos los muertos del mundo, empezó a gimotear angustiada pidiendo a gritos un poco de agua. Así apareció su imagen, que llegó a Darío en forma de vuelo ancestral. Y Darío escalaba hasta el mejor de los mundos transportado por la melodía violeta fascinante.



Schiele, Pregnant woman death


Entonces los muertos más muertos de todos los muertos, le arrancaban de los muros hasta hacerle caer por tierra, después le clavaban las uñas hasta adueñarse de su corazón y lo tiraban contra las lápidas sin piedad.

El corazón se desangró, empezó a brotar sangre, sangre roja más roja que todas las sangres del mundo.

Entonces la imagen de Fulvia se hacía más transparente y más blanca, translúcida claridad. Los muertos se ahogaban, mientras la imagen blanca de Fulvia muerta se cimbreaba voluptuosa bajo un aire perfumado.

Así, los muertos más muertos se enfurecieron, se arrancaban los miembros y brotaba más sangre, la sangre roja más roja de todas las sangres del mundo.



Van Ruisdal Jewish Cemetery (1655)



Darío continuó arrancando sus miembros pues ya no podía encontrar su corazón, y vio que sus miembros estaban más rotos que todos los miembros rotos del mundo. Desmembró su cerebro y su imagen se cimbreó fantástica en el lecho pálido de Fulvia a través del espejo, luz sofocante.

En realidad, sus recuerdos están ya muy desvanecidos, más desvanecidos que todos los recuerdos desvanecidos del mundo.

Firmado, Elena Pascual



Cristobal Toral


lunes, 15 de junio de 2009

He bajado corriendo por los bosques

Siegfried
Zademack





Poema de El reloj y la casa deshabitada XXII



He bajado corriendo por los bosques,
he mirado las nubes de aprensión,
he sufrido esa neta incomprensión,
he intentado encajar algunos toques.

Recordaba la pasión de nuestras flores,
la alegría que se tornaba canción
que giraba el corazón en botón.
Ya no te encuentro en mis soles

ya no hay sentido en mis prisas
las risas... Los rizos no son tu pelo,
de mi cielo has secuestrado tu cuerpo

Sólo queda anularte en esta mente
que no cesa de suspirar con anhelos
distinta, desvanecida en recuerdos.

Firmado, Elena Pascual




Siegfried
Zademack



miércoles, 10 de junio de 2009

Centón al estilo de Ausonio, Recreación sobre “VÍSCERAS PALPITANTES DE PLANTA CARNÍVORA”

Villa de los misterios, Pompeya




Antonio: eres maravilloso


El maestro Antonio Martín Ortiz ha sido tan generoso que se ha fijado en uno de mis poemas para escribir un Centón al estilo de Ausonio. Sin duda alguna lo mejor de la poesía lo ha creado él.

Antonio es una hombre sabio y encantador, prodigio de sapiencia. Su blog es fascinante pues rebosa de pasiones latinas y de palabras poéticas que resuenan desde los clásicos.

Poeta Virgilio


Ha sido un placer esta colaboración, un honor y todo un mundo de aprendizaje para mi.

Gracias querido amigo del alma.

No dejes de pasearte por su universo: versos y flores. http://antoniomartnortiz.blogspot.com/

El sentido del Centón literario está explicado con su prodigiosa delicadeza en su blog.


SENSACIONES ERÓTICAS

(Recreación sobre “VÍSCERAS PALPITANTES DE PLANTA CARNÍVORA”)


La seda de mis medias
en mis piernas.
Mis manos fermentadas
de tu sudor.
Mis labios heridos y llagados
de besarte con deseo.
Mis brazos deseosos
de abrazarte.
Tu rojo santuario
donde se esconde toda tu libido.
El traje del armario viejo
que me quité la primera vez que me visitaste.
Vísceras palpitantes de planta carnívora
de deseo incontenido.
Mi pupila dilatada de mirarte,
signo claro de mi excitación.
Mis uñas pintadas de ardor forjado,
para serte más atractiva.
Crisoles, mosaicos aljamiados,
cubriendo mi cuerpo al desnudo.
La fuente frente al puerto,
que eres tú, mi destino.
La barca estremecida con reflejos de sol escondido,
porque el mismo Sol nos envidia.
Las tiendas de regalos,
que todos eran para ti.
Mis brazos, mis orejas,
abrazándote y susurrando.
Mi cuerpo en los cristales
de las lágrimas cristalizadas, lágrimas de ternura.
La brisa paseando por las piernas,
por las mías cruzándose con las tuyas.
El olor de adormidera,
que se desprendía de tu cuerpo y del mío.
Los paseos de extranjeros,
cuando nosotros lo éramos todo el uno para la otra.

Seda, manos, labios,
ojos, duendes, flores
deseos y sonrisas...
todo esto y todo lo demás,
para ti.


Firmado, Elena Pascual

Centón, Antonio Martín Ortiz


sábado, 6 de junio de 2009

Y tu brisa acariciando mi amor

Steven Kenny



Poema IV de El reloj y la casa deshabitada

Cuántas horas pasadas
sobre el velador taimado
de deseos
y tu brisa
acariciando mi amor.
El televisor, el neceser,
las sábanas bordadas de recuerdos,
la luz hilada
de blanco dobladillo,
tus besos...

Firmado: Elena Pascual


Steven Kenny