René Magritte
EL EXTRAÑO CASO DE MR. MACAULIGANUna mujer lee el periódico. Llaman a la puerta: “Ring, ring”.
Mujer: ¿Sí?
Hombre: Buenas, ¿puedo pasar?
M.- (Le mira de arriba abajo) Depende.
H.- ¿De qué?
M.- De sus intenciones.
H.- Son buenas. Mire mi carné.
M.- Del partido.
H.- ¿De qué partido?
M.- ¿No es usted ruso?.
H.- ¿Ruso yo?
M.- ¿No?
H.- No.
M.- Entonces pase.
H.- Ah, gracias.
M.- (Haciéndole pasar a un salón) siéntese.
H.- Bueno ..., no sé si...
M.- ¿No está limpia la silla?.
H.- Sí, sí.
M.- ¿Entonces?
H.- Bueno... (se sienta), yo preferiría ver la casa.
M.- ¿Para qué?, ¡pues vaya un entrometido!
H.- No..., es que si la voy a comprar ...
Charles Demuth
M.- ¿Ah!, ¿la va usted a comprar?
H.- Bueno, no lo sé, a eso he venido, pero aún no lo sé.
M.- ¡Mucho exige usted, caballero, para tanta dádiva!
H.- ¡Duda!
M.- ¿Qué si dudo?
Stanislaw DebickiH.- ¿De qué?
M.- ¡Ah!, no lo sé.
H.- Entonces... podemos mirar la casa, ¿no?
Ambos se levantan de la silla.
M.- Sí, sí, si la va a comprar.
H.- Bueno, no es seguro.
M.- ¡Entonces no! (Se sienta).
H.- ¡Ah! (Se sienta).
El hombre mira a su alrededor, se da un gran sobresalto, aparece un hombre dando saltos.
Hombre 2.- ¡Oh vosotros!, ¡antes erais ácratas y ahora sois demócratas! (Coge al hombre y le obliga a bailar con él).
H.- (Dejándose llevar) ¡Pero! ... ¿quién es este hombre?
M.- Es mi tío. (Coge un periódico y se pone a leerlo).
H.- ¿Su tío?
Tío.- ¿Es usted ácrata?
H.- ¿Yo?
Tío.- ¡Luego es usted demócrata! ¡Ahá!, ¡lo suponía!, ¡bailemos, joven demócrata!. Tararíiiiii (cantando).
H.- (Girando la cabeza a duras penas mientras baila) ¿Cómo se llama su tío?
M.- Suetonio.
H.- ¡Ay!, ¡qué gente más rara son ustedes!
Tío.- ¡Pues anda que usted que es demócrata!
M.- Sí, sí. Ahí tienes razón tío Suetonio.
H.- ¿Y de dónde ha salido usted?
Tío.- De debajo de la mesa.
H.- ¿Y por qué sale usted de debajo de una mesa?
Tío.- ¿Y por qué no?
Dejan de bailar.
Fernando Botero
H.- Sí, claro, también es verdad.
El tío se mete debajo de la mesa. El hombre mira alucinado y se vuelve a sentar en la silla. La mujer sigue leyendo el periódico.
H.- Bueno... ¿podemos ver ya la casa?
M.- ¡Ay, hijo!, ¡y que prisas!, ¿no ve que estoy leyendo el periódico?
H.- Pero... bueno, la puedo ver yo solo.
M.- Eso si que no, usted se queda ahí quieto. ¡Vaya con los demócratas!
H.- ¡Qué manía han cogido ustedes con eso!, eh.
M.- ¡Ah!, ¿qué no es usted demócrata?
H.- Sí.
M.- ¿No ve? Oiga ¿usted quiere confundirme a mí?
H.- ¡Dios me libre, señorita!
Tío.- (Asomando por debajo de la mesa y dirigiéndose al hombre)
¡Tenga!
H.- ¿Qué? (Mirando al tío debajo de la mesa).
Tío.- ¡Tenga, demócrata! ,(le tiende un libro).
H.- ¿Qué es esto? (lo coge).
M.- Lea, lea usted, a ver si se queda un poco calladito (mirando por encima del periódico), ¡qué pesado!
H.- ¡Ah!, un buen libro, ¡sí, señor!. (Se levanta exaltado), ¡mire, señorita, dejen ya de tomarme el pelo, hombre!, ¡yo me voy! ¡Yo sólo quería ver el piso!
Mujer.- ¡Uy, y qué aires se da usted!, ¡pues márchese ya por donde ha venido, que ha venido a quebrantar la paz del hogar!
H.- ¿Pero qué paz es ésta?
M.- ¿Lo ve? ¡Me voy, me voy, pero no se va usted!, ¿eh, tío? (mirando debajo de la mesa), no deja de molestar este señor. ¡Qué señor más pesado!
Tío.- (Desde debajo de la mesa) Oiga, joven, usted con esos humos es un ácrata.
H.- ¿Ácrata yo? (Se sienta, coge el libro y se pone a leerlo).
Tío.- (Desde debajo de la mesa) ¡Eh, eh, señor ácrata!
Bo BartletH.- ¿No me llame usted ácrata!
Tío.- ¿Le han regalado alguna vez un limón y una naranja?
H.- Pues no (desconcertado).
Tío.- ¡Tenga, hombre! (le ofrece desde debajo de la mesa un limón y una naranja), que me ha dado usted lástima.
Julio Romero de Torres
H.- Gracias.
M.- ¿Qué es eso? (mirando extrañada).
H.- ¿No lo ve? ¡y cállese mujer, no me deja usted leer!
Llaman a la puerta (Ring, ring). Se levanta desde debajo de la mesa a abrir el tío. No vemos la escena sólo oímos al tío y al interlocutor que ha llamado a la puerta.
Tío.- ¿Es usted ácrata o demócrata?
Voz.- Demócrata.
H.- ¡Ciérrale, tío Suetonio!, ¡si es demócrata, ciérrale!
M.- ¡Bien dicho! (le da un beso y él se azora). Se oye nuevamente el timbre de la puerta: Ring, ring.
Tío.- (Mirando desde debajo de la mesa al hombre), ¡ay, que trasiego!.
Abra usted que estoy fabricando un tanque.
H.- ¿de agua?
Tío.- No, de tierra.
Se oye: Ring, ring.
M.- (Mirando al hombre por encima del periódico) ¿quiere abrir de una vez?, ¡qué egoísmo!, yo le abrí a usted, ¡claro, como usted ya está dentro!
El hombre se queda mirándola y al fin se decide y va a abrir la puerta. No vemos a los personajes sólo oímos las voces del hombre y de su interlocutor que ha llamado a la puerta.
Voz 2.- ¿Se vende esta casa?
H.- ¡No, no, señor mío!, ¡aquí no se vende nada! Nosotros somos gente muy decente. (Da un portazo). ¡Habrase visto!
Tío.- (Que aparece sentado en la silla donde se sentaba el hombre y leyendo su libro) ¡Diga usted que sí, señor ácrata!
H.- (Se va acercando desde la puerta al tío y a la mujer) ¡Menudo bochorno!, (se mete debajo de la mesa).
Firmado: Elena Pascual
Lucian Freud