domingo, 20 de septiembre de 2009

EL EXTRAÑO CASO DE MR. MACAULIGAN

René Magritte



EL EXTRAÑO CASO DE MR. MACAULIGAN

Una mujer lee el periódico. Llaman a la puerta: “Ring, ring”.

Mujer: ¿Sí?

Hombre: Buenas, ¿puedo pasar?

M.- (Le mira de arriba abajo) Depende.

H.- ¿De qué?

M.- De sus intenciones.

H.- Son buenas. Mire mi carné.

M.- Del partido.

H.- ¿De qué partido?

M.- ¿No es usted ruso?.

H.- ¿Ruso yo?

M.- ¿No?

H.- No.

M.- Entonces pase.

H.- Ah, gracias.

M.- (Haciéndole pasar a un salón) siéntese.

H.- Bueno ..., no sé si...

M.- ¿No está limpia la silla?.

H.- Sí, sí.

M.- ¿Entonces?

H.- Bueno... (se sienta), yo preferiría ver la casa.

M.- ¿Para qué?, ¡pues vaya un entrometido!

H.- No..., es que si la voy a comprar ...




Charles Demuth





M.- ¿Ah!, ¿la va usted a comprar?

H.- Bueno, no lo sé, a eso he venido, pero aún no lo sé.

M.- ¡Mucho exige usted, caballero, para tanta dádiva!

H.- ¡Duda!

M.- ¿Qué si dudo?



Stanislaw Debicki




H.- ¿De qué?

M.- ¡Ah!, no lo sé.

H.- Entonces... podemos mirar la casa, ¿no?

Ambos se levantan de la silla.

M.- Sí, sí, si la va a comprar.

H.- Bueno, no es seguro.

M.- ¡Entonces no! (Se sienta).

H.- ¡Ah! (Se sienta).

El hombre mira a su alrededor, se da un gran sobresalto, aparece un hombre dando saltos.

Hombre 2.- ¡Oh vosotros!, ¡antes erais ácratas y ahora sois demócratas! (Coge al hombre y le obliga a bailar con él).

H.- (Dejándose llevar) ¡Pero! ... ¿quién es este hombre?

M.- Es mi tío. (Coge un periódico y se pone a leerlo).

H.- ¿Su tío?

Tío.- ¿Es usted ácrata?

H.- ¿Yo?

Tío.- ¡Luego es usted demócrata! ¡Ahá!, ¡lo suponía!, ¡bailemos, joven demócrata!. Tararíiiiii (cantando).

H.- (Girando la cabeza a duras penas mientras baila) ¿Cómo se llama su tío?

M.- Suetonio.

H.- ¡Ay!, ¡qué gente más rara son ustedes!

Tío.- ¡Pues anda que usted que es demócrata!

M.- Sí, sí. Ahí tienes razón tío Suetonio.

H.- ¿Y de dónde ha salido usted?

Tío.- De debajo de la mesa.

H.- ¿Y por qué sale usted de debajo de una mesa?

Tío.- ¿Y por qué no?

Dejan de bailar.



Fernando Botero



H.- Sí, claro, también es verdad.

El tío se mete debajo de la mesa. El hombre mira alucinado y se vuelve a sentar en la silla. La mujer sigue leyendo el periódico.

H.- Bueno... ¿podemos ver ya la casa?

M.- ¡Ay, hijo!, ¡y que prisas!, ¿no ve que estoy leyendo el periódico?

H.- Pero... bueno, la puedo ver yo solo.

M.- Eso si que no, usted se queda ahí quieto. ¡Vaya con los demócratas!

H.- ¡Qué manía han cogido ustedes con eso!, eh.

M.- ¡Ah!, ¿qué no es usted demócrata?

H.- Sí.

M.- ¿No ve? Oiga ¿usted quiere confundirme a mí?

H.- ¡Dios me libre, señorita!

Tío.- (Asomando por debajo de la mesa y dirigiéndose al hombre)
¡Tenga!

H.- ¿Qué? (Mirando al tío debajo de la mesa).

Tío.- ¡Tenga, demócrata! ,(le tiende un libro).

H.- ¿Qué es esto? (lo coge).

M.- Lea, lea usted, a ver si se queda un poco calladito (mirando por encima del periódico), ¡qué pesado!

H.- ¡Ah!, un buen libro, ¡sí, señor!. (Se levanta exaltado), ¡mire, señorita, dejen ya de tomarme el pelo, hombre!, ¡yo me voy! ¡Yo sólo quería ver el piso!

Mujer.- ¡Uy, y qué aires se da usted!, ¡pues márchese ya por donde ha venido, que ha venido a quebrantar la paz del hogar!

H.- ¿Pero qué paz es ésta?

M.- ¿Lo ve? ¡Me voy, me voy, pero no se va usted!, ¿eh, tío? (mirando debajo de la mesa), no deja de molestar este señor. ¡Qué señor más pesado!

Tío.- (Desde debajo de la mesa) Oiga, joven, usted con esos humos es un ácrata.

H.- ¿Ácrata yo? (Se sienta, coge el libro y se pone a leerlo).


Tío.- (Desde debajo de la mesa) ¡Eh, eh, señor ácrata!




Bo Bartlet





H.- ¿No me llame usted ácrata!

Tío.- ¿Le han regalado alguna vez un limón y una naranja?

H.- Pues no (desconcertado).

Tío.- ¡Tenga, hombre! (le ofrece desde debajo de la mesa un limón y una naranja), que me ha dado usted lástima.



Julio Romero de Torres



H.- Gracias.

M.- ¿Qué es eso? (mirando extrañada).

H.- ¿No lo ve? ¡y cállese mujer, no me deja usted leer!

Llaman a la puerta (Ring, ring). Se levanta desde debajo de la mesa a abrir el tío. No vemos la escena sólo oímos al tío y al interlocutor que ha llamado a la puerta.

Tío.- ¿Es usted ácrata o demócrata?

Voz.- Demócrata.

H.- ¡Ciérrale, tío Suetonio!, ¡si es demócrata, ciérrale!

M.- ¡Bien dicho! (le da un beso y él se azora). Se oye nuevamente el timbre de la puerta: Ring, ring.

Tío.- (Mirando desde debajo de la mesa al hombre), ¡ay, que trasiego!.
Abra usted que estoy fabricando un tanque.

H.- ¿de agua?

Tío.- No, de tierra.

Se oye: Ring, ring.

M.- (Mirando al hombre por encima del periódico) ¿quiere abrir de una vez?, ¡qué egoísmo!, yo le abrí a usted, ¡claro, como usted ya está dentro!

El hombre se queda mirándola y al fin se decide y va a abrir la puerta. No vemos a los personajes sólo oímos las voces del hombre y de su interlocutor que ha llamado a la puerta.

Voz 2.- ¿Se vende esta casa?

H.- ¡No, no, señor mío!, ¡aquí no se vende nada! Nosotros somos gente muy decente. (Da un portazo). ¡Habrase visto!

Tío.- (Que aparece sentado en la silla donde se sentaba el hombre y leyendo su libro) ¡Diga usted que sí, señor ácrata!

H.- (Se va acercando desde la puerta al tío y a la mujer) ¡Menudo bochorno!, (se mete debajo de la mesa).


Firmado: Elena Pascual




Lucian Freud


25 comentarios:

Danube S. dijo...

JOOODEEEER Elena!! Que caña!! Bravo, como me ha gustaaaadooo, que fantastica escena :)

Esta, la del cementerio y la del prado de las hadas son mis preferidas.

Chulisimo...
Un beso
CLsT

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Bueno,querida Elena, esta escena es divertidísima. No me he reído a carcajadas porque estoy solo en casa y sonaría a raro, pero la verdad es que me ha divertido un montón. La he leído una vez, pero volveré a leerla con más calma, por si hay una segunda lectura que se me haya podido escapar.

Oye, pues yo soy Marxista-Leninista, de los auténticos, ahora que eso ya no se lleva. Pero yo, dale que te pego. Si fuese a tu casa, ¿estarías dispuesta a vendérmela?

Bueno, como en el auténtico Comunismo todo es de todos, mi casa ya, si me la vendes, continuaría siendo tuya, porque en el Comunismo todo es de todos. Y, si la casa sigue siendo tuya, ¿te atreverías a echarme a la calle?

Un beso,

Antonio

PD. No me había percatado de que en el Comunismo la casa no sería ni siquiera tuya, ni mucho menos mía. Sería del Estado, es decir de todos.

Carla Tormenta dijo...

"La comedia del absurdo" divertidísimo texto que deberíamos interperetar un día de éstos. Yo me apunto y me pido Tío jajajaja

Las pinturas muy curiosas, me encanta Magritte.

 Mayte dijo...

Es increible la cantidad de magia que desprendes en palabras, tus historias para mi conjugan muchas emociones y belleza. Y las imagenes que eliges me transmiten casi la misma emoción.

Un biquiño grande bonita!!

helena dijo...

Me ha parecido estar en un sueño, Elena y, cuando me he despertado, como siempre, he vuelto a recomponer las situaciones la mar de surrealistas que siempre ocurren en los sueños. Es el mundo al revés, o quizá sea el nuestro el que soñamos...
Un beso.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Qué bueno! En efecto, a veces se termina bajo la mesa...

Lozzano dijo...

Se encienden las luces ... ¡¡¡Bravo!!! Plas, plas, plas, plas, plas. Hacía tiempo que no leía o escuchaba algo tan absurdo-surrealista-impredecible ... bueno, tal vez Arrabal borracho. Divertidísimo.
Un besazo.

Casía dijo...

¡¡¡muy buenaaaaaa!!!! jajajjajja

Niha dijo...

Hoy en día es muy complicado adquirir una vivienda...

calamanda dijo...

¡Qué ansiedad tengo! ¡Qué trasiego!...¡y tengo que volver
otra vez al final!...Estimada amiga,creo que has conseguido lo
que buscabas, es muy bueno.

Los cuadros muy bien elegidos.

Un abrazo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Bueno, amiga Elena, me he dado una vuelta por tu espacio, para saborear nuevamente ese diálogo tan divertido y tan exquisito que nos has regalado, y relajarme un poco más con su fruición, al tiempo que comprobar si había algo nuevo que nos hubiese proporcionado tu exuberante inspiración, y, para no irme silenciosamente, he aprovechado la visita para dejarte aquí, en tu propia casa, el comentario que he hecho en la mía, en respuesta a tu sublime comentario al Épodo XII de Horacio.

Te envío y te dejo un beso cariñoso,

Antonio

"Mi querida Elena Pascual, Elena Clásica, Ἑλένη,

Yo me quedo, no diré perplejo, porque de ti ya no me sorprende nada –tales son tus conocimientos y tu capacidad de expresión-, pero sí maravillado nuevamente ante tanta sabiduría, tanto rigor y tan grande frescura y lozanía a la hora de expresarte. Tú, cuando haces un comentario, lo haces con fundamento y documentándote bien antes de hacerlo. Detrás de cada expresión tuya, hay siempre una esmerada investigación. Donde los demás leemos sólo las palabras expresadas, tú te vas y nos dejas deducir que tus conocimientos van mucho más allá. Se habla de los métodos que utilizaban las mujeres romanas para maquillarse y tú, en tu comentario, dejas ir que conoces, porque lo habrás leído, los cien versos que nos quedan de la obra de Ovidio dedicada a los procedimientos que utilizaba la mujer para resaltar su belleza, los “Medicamina faciei femineae” (Tratado de cosmética femenina), una obrita que casi nadie conoce. Tú eres capaz de ver un diálogo donde lo hay, pero no es fácilmente reconocible. Tú lees a Horacio en su ambiente, en su contexto y lo captas todo. Es una delicia leerte a ti: después de haberte leído a ti, a uno se le va el mal sabor de boca que le queda después de leer el poema de Horacio que, hay que reconocerlo, es duro y brutal, como ya ha dicho nuestra amiga Begoña.

Parece ser que sí, que era en el hígado donde los Romanos situaban la fuente de la vida y las emociones, en lugar de hacerlo en el corazón, como nosotros.
Puedes encontrar más información en:

http://www.geocities.com/Athens/Delphi/4143/galeriasimbolos/barcelonapuerta/tiempotemplum.html

Sólo me queda decirte que éste es un comentario primero que hago a tus palabras, que, puedes estar segura, en días próximos recibirán un nuevo comentario, más meditado éste, y que esté a la altura de lo que tú has escrito.

Muchas gracias, querida Elena, por la atención con la que te lees lo que yo escribo y por la sabiduría y el placer que nos regalas con tus aportaciones.

Un beso,

Antonio"

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Extraordinaria comedia, contextualizada con un sentido del humor tan absurdo como delirante, tan sublime como irónico.
Cada personaje expresa su posición y su tarea en el mundo que les tocó vivir demostrando que la reconversión del sujeto pasivo es posible cuando el instante les sacude el polvo al dormido insconciente.

Un texto brillante listo para ser representado y salir airoso en un escenario real y en un teatro con olor a madera y a telón rojo burdeos.

Felicidades!!

 Mayte dijo...

Pues como siempre que puedo me paso a re-disfrutar de tus letras y dejarte como no Bikiños! ;)

Trini Reina dijo...

Elena, cuánto he disfrutado de esta comedia delirante. Y qué bien ilustrada con estos cuadros magnificos. Un lujo.
He quedado tan stresada por que me voy bajo la mesa:):)

Besos

Loli Martinez dijo...

He disfrutado y he reido imaginándome las escenas como nunca,si me permites "yo me levanto de esta silla que yo no te compro la casa ".El rato de lectura ha sido muy divertido .
Gracias por sacarme tantas sonrisas " te dejo el peródico encima la silla ".
Un fuerte besazo .

Isabel Barceló Chico dijo...

Me encanta tu surrealismo, elena. Es sencillamente genial. Y muy persuasivos los personajes, teniendo en cuenta la forma en que el acrata/democrata/comprador se mete debajo de la mesa... Besos, querida amiga.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena,

Me traslado a tu espacio, para gozar una vez más de ese diálogo del absurdo que tan genialmente nos has regalado y, al tiempo que cada vez mis oídos se regocijan con música nueva –esta vez han sido los “Carmina Burana, esa composición de Carl Orff que tanto me gusta-, me encuentro con la sorpresa agradable de que, acariciando la imagen de Virgilio, que has tenido la gentileza de poner debajo de mi nombre, con un verso precioso de mi libro preferido de la Eneida (VI, 620)

“Discite iustitiam, moniti, et non temnere divos”
"Aprended justicia, ¡oh vosotros advertidos!, y a no despreciar a los dioses”

aparece mi imagen y mi espacio.

No creo yo merecer tanto elogio, pero bueno, viniendo de ti, no te voy a llevar la contraria ahora, si te he dado la razón cuando tú has comentado a Horacio.

Me limitaré a quedarme con ese “abrazo gigante” que me has dejado en el comentario –en ti todo es gigantesco por grandioso-, comentario que a su debido tiempo recibirá las palabras merecidas y bien merecidas, y a gozar de esas palabras que pronunció el condenado Flegias por la impiedad de haberse atrevido a quemar el templo de Apolo en Delfos. Tomo buena nota de esas palabras de Flegias que la tradición considera el mejor verso de Virgilio, puesto en boca de quien nos es presentado por Dante como el barquero de las almas que cruzan la Estigia.

Es que, querida Elena, todo lo que tú escribes y haces, es Sabiduría condensada. Muchísimas gracias por tu generosidad y por tu elegancia.

Te envío, ahora yo, un abrazo también gigante,
Antonio

Marina dijo...

¡Qué locura, qué risa y qué baile?, me has dejado la neurona preparada y lista para el finde. Genial, Elena. Todavía estoy flipando (ya sé que es una palabra... muy así, pero hija que quieres estoy toda la semana entre pre-adolescentes flipaos)
Mil besos que cubran debajo de la mesa... por si hace frío.

Unknown dijo...

Buenísima escena, realmente te has pasado, pero te digo una cosa, ¿Dónde podemos estar sino debajo de la mesa?, pero, ¿realmente tiene sentido estar debajo de la mesa? La verdad que la vida pasa por otro lado, siempre estamos vendiendo cosas y siempre comprando muchas otras, aún sin que nos demos cuenta, aún sin que queramos hacerlo, cuestiones del sistema que no sabe realmente de ácratas ni de demócratas, solo sabe de mercados, de liberalismos, de imposición y represión.

Creo que el mundo esta un poco confundido haciendo y deshaciendo sin sentido lo que hace y dice, más bien empujados a hacer tal o cual cosa.

¿Cuántos más podrían vivir dentro de esa casa? ¿Por qué entonces hay que venderla? Maldita propiedad privada y maldito egoísmo humano que impone fronteras, límites, diferencias estúpidas.

Realmente muy buena entrada.

Te mando un beso grande, hace tiempo que no podía darme una vuelta sin prisa por tu rincón.

HologramaBlanco

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena, Ἑλένη,

Te dejo aquí, en tu espacio, para mayor comodidad tuya, las palabras que te he dejado en el mío, a propósito de tu comentario al homenaje que yo te he hecho.

Yo leo el sabroso comentario que has dejado a las palabras que yo te he dedicado, palabras que, como bien sabes, aunque lo niegues, tienes bien merecidas, porque tú eres así de genial, y mucho más, y me ocurre que ya no sé si estoy leyendo lo que nos dejó escrito Ovidio en sus mejores momentos, en “Las Metamorfosis”, o estoy leyéndote a ti. Es que pareces, cuando expresas tus emociones y sentimientos, que son sinceros, una de esas divinidades que andan moviéndose por el entramado complejo del mundo Ovidiano.

Efectivamente, cuando se te cae una lágrima, o cuando el pudor y la humildad (excesivos, creo yo) se apoderan de ti, ganas en encanto y en grandiosidad. Es que ya la Calisto (que significa en Griego “la más hermosa), o la Dafne, o la Tisbe, o cualquiera de las Náyades y las Dríades que pululan por “Las Metamorfosis”, a tu lado, han de ser consideradas no como superiores, sino como iguales. Es que las Musas, las nueve que son hijas de Zeus, son tus amigas. Es que tú eres así.

Muchas gracias, querida Elena, Ἑλένη por tus palabras.

Después de lo dicho, la timidez se apodera de mí, y casi no me atrevo, no sea que parezca que intento imitar a Júpiter, cuando “sedujo” a Calisto, pero me es igual. Yo te envío un beso gigante,

Antonio

Pau dijo...

Jaja, muy surrealismo años treinta!
Y unas pinturas muy guays, como siempre. Me gustan las casas ajenas...

Un beso Elena!

 Mayte dijo...

Me encanta regresar siempre a tu espacio, porque encuentro cosas nuevas dentro del mismo escrito y me hace esperar con ganas el próximo...sé que no me defraudará.

Un abrazo y bikiños para la semana Elena.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena, Ἑλένη,

Dejo aquí, en tu espacio, para mayor comodidad tuya, el comentario que te he dejado en el mío.

Llevaba ya unos días saboreando el comentario que hiciste al “Beatus ille” y estaba meditando una respuesta que estuviese a la altura de tu comentario. No ha sido tarea fácil, ni creo que lo haya conseguido, al menos del todo, pero, bueno, ahí va.

Tú, querida Elena, cuando escribes, haces prosa poética. Tú, con tu forma de explicarlo, recreas a la maravilla el ambiente que tan genialmente nos describe Horacio. Y tú, como no era menos de esperar, estás a la altura. No se te escapa ni un detalle. Tú sí que eres una auténtica maravilla a la hora de leer un texto, claro, siempre que sea un texto que merezca la pena. Haces Literatura, y de la mejor, al comentar un texto literario. No se te escapa nada: ahí nos citas a Príapo, a Silvano, a Fray Luis, el calor de la casa humilde, los arrebatos amorosos de Horacio y todo lo demás. Es un placer leer a Horacio con los ojos y la inteligencia con que los lees tú, pero también es un gran placer leerte a ti comentando a Horacio.

Pienso que a todos nos queda mucho que aprender de ti y ya me gustaría a mí tener unos cuantos años menos y poder estar sentado en un pupitre de esos que utilizan tus alumnos para poder saborear tus palabras e impregnarme de tus pensamientos. Pocas cosas vida pueden haber más provechosas y placenteras en la vida que impregnarse de la Sabiduría y la musicalidad de tus palabras, preñadas todas de profundos pensamientos y de la vida misma en estado puro.

Es, querida Elena Ἑλένη, esto una parte, quizá mínima, de las muchas ideas, elogiosas todas que vienen a mi mente, cuando tú has traspasado la puerta de mi alma, o yo he entrado por la ventana de tu predio, por esa ventana que siempre tienes, nos tienes, abierta.

Muchas gracias por ser como eres y un gran abrazo de tu admirador incondicional,

Antonio

Nusa dijo...

Me he reído mucho, esto del teatro del absurdo se te da tan bien como la poesía.
Es cierto q, una vez dentro de la casa, es difícil no sólo salir si verla, sino dejar que otras personas la vean.Gracias :)

Meri Pas Blanquer dijo...

He vueslto a leer tus cuentos, qué genialidad, qué risa por dios y que profundo conocimiento del lenguaje.
Deseo fervientemente leer más cuentos tuyos pot favor.

¡¡¡Genia, guapa!!!